En el reciente informe publicado por la OCDE, frente a la situación ambiental de colombia, como una visión institucional, entre otras recomendaciones se plantea que se debe trabajar en la actualización de los limites en las políticas ambientales. Al respecto hay mucho por decir, sin embargo ,les compartimos un articulo que nos brinda una visión critica, frente a los limites en las políticas ambientales que se formulen.
Los supuestos límites que denodadamente
intenta identificar la política ambiental no existen como tales. Es decir, como
realidades objetivables que constituyen una constante en las relaciones
sociedad naturaleza identificable ex ante y que como tal puede transformarse en
prescripciones o norte de la toma de decisión en esta materia.
El paradigma de los límites constituye un
caso típico de la falacia del falso dilema, según la cual se formulan las cosas
de tal forma que pareciera que no existen más alternativas que las dicotómicas
que se plantean; sociedad o naturaleza, como un juego suma cero, con el
agravante esa afirmación no es falsable, y por tanto, negable, pues la sociedad
nunca estará en condiciones de establecer si se ha llegado a un límite, pues en
ese momento no existiría tal sociedad. Siempre es posible argumentar que existe
el riesgo de una crisis ecológica existencial para la sociedad, pues nunca es
posible comprobar lo contrario. Esta es la tenaza epistemológica de hierro del
paradigma de la política ambiental, y de sus disfuncionalidades.
Es evidente que la acción humana da lugar a
cambios en “lo natural” y tales cambios pueden en ocasiones generar modificaciones
estructurales en su funcionamiento, e incluso ser irreversibles y suponer
graves efectos para la sociedad. Este es el fundamento de la existencia de la
política ambiental. Esta es justificación suficiente para una acción decidida
en este sentido y naturalmente para poner condiciones a las actividades humanas
en relación con el ambiente.
Ello no significa que de forma reactiva haya
que adoptar un paradigma de acción fundado en establecer límites a esa
intervención antrópica sobre la base de modelos cognitivos parciales e
inciertos, carente de viabilidad fáctica y que no contribuyen a incentivar un
proceso de internalización profunda de la radical incertidumbre en lo que
concierne a nuestras relaciones socio ambientales, que a lo único que deben llevar
para gestionarlas adecuadamente es a profundizar nuestra responsabilidad como
sociedad, de forma que sea la emergente responsabilidad la que oriente su
gestión de forma dinámica y permanente.
¿Cómo es imaginable, entonces, una política
ambiental liberada del concepto de límite? Para responder a esta pregunta se
reproduce aquí parcialmente otro artículo en tres partes relativa al objeto de
la política ambiental.
Si en el núcleo de los problemas ambientales
no está la “naturaleza per se” sino las relaciones que la sociedad establece
con ella, entonces, el objeto y norte de la política ambiental no debe ser la
propia naturaleza, sino las relaciones socio ambientales.
Las relaciones socio ambientales que son el
objeto de la política ambiental, no son todas las relaciones socio ambiéntales
posibles, sino aquellas que, por las razones que sean, se han constituido en un
problema de política.
Una vez ubicados estamos al interior de las
relaciones socio ambientales que forman parte de un problema ambiental,
entonces, es posible decir que el meollo del esfuerzo político constituye en
introducir un modelo de gestión “socialmente razonable” de esas relaciones. Es
decir, el propósito central de la política ambiental es introducir modelos
sociales de gestión eficaces de las relaciones socio ambientales acorde a los
valores sociales dominantes.
Así el objeto de política de la política
ambiental se puede formular como la gestión de las relaciones socio ambientales
implícitas en los problemas ambientes que enfrenta una sociedad.
Los objetivos de la política ambiental
debieran estar referidos, entonces, a la excelencia esperada de esos sistemas
de gestión de relaciones socio ambientales. Es decir, debieran referirse como
logros a alcanzar en la gestión o en el desarrollo de los sistemas de gestión
en cada uno de lo que son los problemas ambientales que asume como propios.
Los elementos y lógicas de los sistemas de
gestión de las relaciones socio ambientales de problemas ambientales están ya
formalmente establecidos, porque la política ambiental aunque pretenda ser una
política de la naturaleza no puede sino ser una de la gestión de relaciones
socio ambientales. Estos elementos están constituidos por normas,
instituciones, estrategias, instrumentos, organizaciones, estructuras de
conocimiento, tecnologías, recursos, y un largo etcétera que conforma la
política ambiental real, y por una cierta comprensión de cuál es la mejor
articulación entre ellos. Estos sistemas evolucionan y se perfeccionan y son
más o menos eficaces en gestionar esas relaciones socio ambientales con éxito.
Visto así, la política ambiental es la
gestión pública eficiente del sistema de relaciones que la sociedad estable con
lo natural allí donde se entiende que ha emergido un conflicto, una necesidad
pública de gestión. El norte de la política ambiental es llevar ese sistema de
gestión a niveles siempre mayores de excelencia.
Un elemento singular de ese sistema lo
constituyen las normas que establecen restricciones a las actividades humanas
en su relación con el uso y aprovechamiento del medio y los recursos naturales.
En este nuevo paradigma este no es el único elemento de ese sistema ni el más
gravitante, pues no es el norte de la política ambiental la definición de
límites o umbrales en este sentido. Siempre será posible hallar un método
socialmente validado para establecer esa norma, pero su definición no es el eje
de la política. Lo gravitante es cómo en cada caso concreto es posible mejorar
el nivel de excelencia del sistema de gestión como un todo.
Si resulta necesario establecer sistemas
socialmente validados de gestión de las relaciones socio ambientales, es porque
estos no emergen de forma espontánea en la gestión social, o si surgen, son
insuficientes para el alcance de los problemas a enfrentar.
Esta singularidad está relacionada con el
hecho de que los agentes sociales no visualizan el costo del uso de la
naturaleza, porque muchos de ese costo no lo asumen ellos, sino otros ahora u
otros en el futuro. Esto ha permitido una suerte de irresponsabilidad social
generalizada respecto de las relaciones socio ambientales.
Las relaciones socio ambientales están hoy
en día extremadamente distribuidas, abarcan innumerables ámbitos de la vida
cotidiana, y tienen unos alcances espaciales que permiten decir que todos los
habitantes del planeta de alguna forma comparten un sistema común de relaciones
socio ambientales, y esa es quizás lo que caracteriza el estadio actual de las
relaciones socio ambientales.
En este contexto parece razonable afirmar
que el éxito en el establecimiento de sistemas eficaces de gestión de las
relaciones socio ambientales depende del desarrollo de la responsabilidad, se
puede llamar ambiental. Es impensable que ese éxito dependa sólo de la
incorporación de más y mejores elementos de gestión, que también depende de
eso, pero la calidad, la excelencia del sistema de gestión, por su naturaleza
distribuida y global, solo puede depender del desarrollo de una “virtud
social”, que es la responsabilidad ambiental, virtud que puede y debe ser luego
institucionalizada, como de hecho lo es en muchos ámbitos de la acción social.
El incentivo, desarrollo, fortalecimiento, e
institucionalización de la responsabilidad ambiental es la estrella polar de
este nuevo paradigma de política ambiental. De la misma manera que la estrella
polar de la política ambiental convencional es la protección ambiental,
mientras más mejor, en este nuevo paradigma de la política ambiental la
estrella polar es: a más responsabilidad ambiental mejor, convirtiéndose este
en el objetivo de los objetivos de la política.
Es evidente que la acción
humana da lugar a cambios en “lo natural” y tales cambios pueden en ocasiones
generar modificaciones estructurales en su funcionamiento, e incluso ser
irreversibles y suponer graves efectos para la sociedad. Este es el fundamento
de la existencia de la política ambiental.
Por: Rodrigo jiliberto
Consultor experto en temas de politica ambiental
Por: Rodrigo jiliberto
Consultor experto en temas de politica ambiental