viernes, 3 de mayo de 2013
Progreso-Desarrollo-Prosperidad: conceptos de agenda pública de gobierno, de mención sin acción, hacia lo ambiental
Con cierto amago de burla o nervios, vemos como
hoy día la agenda pública de los gobiernos en Colombia tiene como elemento de
segunda mano, los temas relacionados con la preservación y los recursos naturales.
El pretexto utilizado es la inserción de conceptos que fungen como dogma de fe,
que invalidan o relegan los temas de protección y conservación de los recursos
naturales como elemento a considerar en las decisiones de agenda pública
gubernamental.
Por allá en los 70 y 80 se leía en todas las políticas,
planes y programas el termino progreso (una Colombia que progresa); luego
saltamos al concepto de desarrollo (por ejemplo, alianza para el cambio, para
lograr el desarrollo. un salto social hacia el desarrollo); luego hemos llegado
al concepto de prosperidad que tiene una clara relación de como visionan los
americanos (los republicanos – véase The path prosperity) el camino de su país.
En todos los casos el interés y el nivel de
compromisos frente a los temas relacionados con el KN, van disminuyendo como
efecto cascada en cada nivel de Gobierno. En la sociedad civil, hay más
activismo en redes sociales, que nuevos líderes; hoy vemos como Manuel Rodríguez,
Wilches Chaux, Alegría Fonseca, Julio Carrizosa, Guillermo Rudas, no han sido
rodeados por una masa crítica de colombianos que además de voces, tengan injerencia
política de presión (hay un partido verde, que de verde solo tiene el termino);
hasta el punto de irlos dejando solos en esta causa. ¿Por qué esta poca amplificación
de la dimensión ambiental en la agenda pública de los gobiernos? Son muchas la
razones, pero a partir de cada viernes semanalmente iremos desglosando cada una
de ellas, con la particularidad de hacerlo desde el punto de vista de asunto público,
es decir en una relación con la teoría institucional (neo y tradicional).
Nuestra mentalidad está acomodada a soportar el
costo que provocamos sobre la naturaleza, y lo vemos como natural, en aras del
progreso. Esta palabra, progreso, que hasta los años sesenta era muy utilizada,
fue reemplazada por el concepto de desarrollo. Mientras progreso aludía más a un
concepto de ir subiendo en una escala de bienestar puro, desarrollo parece
apuntar más a una evolución del bienestar, más cualitativa que
cuantitativamente.
Hoy en día se apunta más a hablar (se habla
demasiado y se hace poco) de desarrollo, pero la relación costo-beneficio
permanece en la mente de las personas, en el sentido de que, en tanto y en
cuanto logremos avanzar un paso en el desarrollo de nuestras sociedades, algún
costo se deberá pagar en términos de naturaleza o lo que es lo mismo, y peor,
en términos de futuro.
Por ejemplo, el político-académico-ecólogo J.L
Gamban en su libro “El Mito del Desarrollo Sustentable.”, plantea esta situación
bajo una interesante analogía con el efecto carretera. América Latina es un
área que recién en las dos últimas décadas se ha asomado a algunas muestras de
desarrollo, en todo caso desigual y siempre relativo. Podríamos denominar a
este caso, el síndrome de la carretera: todos tenemos en mente que las
carreteras son vías de transporte tan necesarias que ya nadie las discute. Las
carreteras permiten el tránsito de mercaderías y personas de un lugar a otro en
forma relativamente económica y rentable. Son un síndrome de progreso evidente.
Perdón, de desarrollo. En algún momento, en todos los países, alguna de esas
carreteras debe atravesar áreas selváticas, vírgenes, llenas de naturaleza, indispensables
para mantener el equilibrio ecológico. Inclusive a veces deben atravesar áreas
protegidas, es decir áreas que el mismo gobierno ha reservado para mantenerlas
sin ocupación humana ni la depredación que ésta conlleva. Es evidente que el
paso de una carretera atravesando por una zona virgen, destruirá la
biodiversidad tarde o temprano.
En lugar de animarnos a pensar un nuevo modelo de desarrollo y nuevos patrones de prosperidad, (como ven en nuestro léxico
incorporamos los dos términos de la moda actual) nos quedamos en la mera mención
sin acción, solo por curiosidad observe los últimos cuatro planes de desarrollo
de Colombia y analice el rol de la dimensión ambiental o de desarrollo sustentable
o sostenible, no pasa de una mención sin poca acción dentro de la agenda. El
concepto conocido de desarrollo y su impacto sobre la naturaleza, como
consecuencia indeseada pero inevitable, hace que pensemos en la relación
costo-beneficio como una ecuación inevitable y lineal (algunos con investiduras
de Rengifos, dicen por ahí: ¿Qué quieren? ¿Una minera sin impactos? Eso es
imposible y no existe, por ello los recursos hay que explotarlos, generando
prosperidad para todos). No hay nada escrito en el sentido de que no se pueda
generar un nuevo paradigma de desarrollo que tenga entre sus puntos de partida
la preservación de la naturaleza existente.
En estas circunstancias el entorno político se
encarga de polarizar llevándonos a la dicotomía: preservación o desarrollo = prosperidad
para todos. En este terreno se aplica
pasmosamente el principio democrático que las mayorías derrotan a las minorías,
es decir, unas pocas comunidades no pueden oponerse al beneficio de la mayoría de
colombianos. (Un buen ejemplo de ello son las controversia levantadas por la
Locomotora minera).
Hay una vida en los asuntos públicos mas allá de esta dicotomía. Sobre el tema de la dimensión ambiental
en los asuntos públicos hay mucho que decir y que desde la teoría institucional
(ya sea desde la escuela neo o la tradicional) se ha demostrado que no es un
asunto de animalitos, arbolitos o de ecólogos; es asunto crucial de política pública
hoy día, muy a pesar de lo que piensan algunos altos funcionarios públicos colombianos,
para quienes el tema es una onda novedosa (como: la ola verde de Mockus, el yoga, los mantras, esencias
y demás).
jueves, 2 de mayo de 2013
GOBERNABILIDAD, no es solo financiación, coalición y votos; ¿en qué otros elementos se debe pensar?
Hace un par de
semanas planteamos una reflexión sobre los retos de un gobernante al frente de
los destinos de un territorio. Pero hoy queremos compartir, una reflexión sobre
aspectos de la ingeniería organizacional e institucional (concepto desarrollado por Giovanny Sartori), en la que debe pensar
un mandatario antes de asumir el reto de gobernar. Para nosotros es claro que
el ejercicio de gobernar, debe pensarse profundamente desde el momento en que se
decide lanzar una candidatura. No es solo conseguir los recursos de financiación
y conseguir los votos, que eso corresponde a la mecánica electoral, hay que
pensar en la mecánica de gobernar.
La mecánica de
gobernar va más allá de hacer un plan de desarrollo, de ejecutar un
presupuesto, incluye temas como acercar al gobernado, como gerenciar recursos
limitados para una demanda de necesidades crecientes. Esto indudablemente ha
conducido a los gobernantes y gobernados, a un mar de aguas turbulentas, en las
que se han creado atajos que conducen a la desconfianza y desvalorización de lo
público. La pregunta entonces en que debe pensar un futuro mandatario o
mandatario para configurar un gobierno dinámico e insertado en la modernidad,
donde el flujo de información tiene más caminos de fluir, pero existen mayores
oportunidad de sesgar.
En este
escenario sería adecuado que un mandatario pensara seriamente en Organizar un
gobierno con carácter de catalizador. Es decir un gobierno con un equipo capaz
de navegar en vez de remar en individualidades. Los gobernantes deben ser
catalizadores y emprendedores de acciones que combinen, cuando sea posible, los
intereses público y privado. Veamos dos ejemplos (a nuestro juicio):
administración Mockus y Peñalosa, el primero con un acento de equipo, coherente
con la filosofía del mandatario cultura ciudadana. El segundo más proclive al
desarrollo urbanístico integrador de la economía. Los dos a su estilo
permitieron la recuperación de una gestión administrativa honesta, que
replanteó la credibilidad pública en el gobierno.
Un segundo
elemento, es pasar de la demagogia de la participación y la visión social, a la
ccion verdadera de los espacios participativos. Por lo tanto el mandatario debe
comprender que se Necesita un gobierno comprometido con la comunidad, que
fortalezca su presencia, capacidad de decisión y realice acciones eficaces. Por
ejemplo: La labor emprendida por el PNR (1986-1990) en varias regiones de
Colombia. A través de su gestión, se impulsaron amplios sectores de la
comunidad, que pudieron intervenir y autogestionar proyectos que beneficiaron
sectores tradicionalmente olvidados.
Como tercer
elemento, el mandatario debe entender que sí quiere ejecutar más allá de lo que
permiten los recursos del SGP, debe interiorizarse que debe constituirse en un
gobierno competitivo. Que por un lado valore sus reales posibilidades de
financiación y capacidad de gestión para la consecución de recursos; y por el
otro lado que acepte que existe un mercado donde se permita la competencia en
la prestación de los servicios públicos. Por ejemplo: La posibilidad que se dio
para que coexistan los Fondos de Cesantías y el Fondo Nacional del Ahorro.
También la coexistencia del aseo público y privado. En relación con el Fondo
Nacional del Ahorro, es notable el cambio en la organización de sus oficinas y
la agilización y sistematización de los trámites respectivos. En cuanto al aseo
privado, en el caso de Bogotá, fue importante el cambio en la prestación del
servicio. Obsérvese que en nuestros días se están haciendo reestructuraciones
significantes al respecto.
Como cuarto
elemento esta un viejo conocido de nuestro blog. Este se refiere a la necesidad
de entender e interpretar la organización pública que va manejar. Con esta idea
entenderá que la organización difícilmente se alineará, por lo tanto,
seria básico implementar mucha micro
gerencia.
El quinto
elemento es el tan cacareado, gobierno de resultados, en el que las
instituciones que demuestran eficiencia y manejo eficaz de los recursos
públicos, sean fortalecidas. Hay que dar importancia a la generación y al
ahorro de recursos, no simplemente gastarlos, o más aún, invertirlos
inútilmente. Para ello son vitales 5 cosas: 1 saber desde la campaña lo que se
quiere y como lo logra. 2. Un plan de desarrollo consistente y coherente. 3. Un
arreglo organizacional con micro gerencia. 4. Un sistema de seguimiento
orientado a la toma de decisiones, basado en la medición constante y permanente.
5. Agendación, disertación decisión y resolución de situaciones problemáticas,
para luego tener canales de comunicación efectivos con el gobernado.
El sexto
elemento es el más difuso de todos y se refiere a un eslogan de campaña: Cristalizar
el gobierno al servicio de los usuarios. Los gobiernos democráticos deben
justificar su existencia colocándose al servicio de los ciudadanos. El gobierno
está para atender las necesidades de la ciudadanía y no de los cazadores de
renta y negociantes clientelistas que han hecho perder la respetabilidad de la
burocracia. Hay que evitar la tramitomanía a que frecuentemente es sometido el
ciudadano cuando va a solicitar un servicio público.
Sobre cada uno de estos
elementos se está trabajando en el proyecto inngobernado, y que más adelante
daremos a conocer.
martes, 30 de abril de 2013
Reseña No. 3. REGENERATING LONDON. GOVERNANCE, SUSTAINABILITY AND COMMUNITY IN A GLOBAL CITY
Autor:
Rob Imrie, Loretta Lees y Mike Raco
Editorial:
ROUTLEDGE, 2009. 353 p
Idioma:
Inglés
Regenerating
London, sacado a circulación por Routledge en 2009 y cuyos editores son Rob Imrie, Loretta Lees y Mike Raco,
aborda —tal como su nombre lo indica— varias de las facetas que ha tomado el proceso de regeneración urbana de la ciudad de
Londres en los últimos treinta años, y que han llevado a esta ciudad desde ser
una urbe en declinación a inicios de los ochenta, a la próspera y dinámica
“ciudad global” de la actualidad. Es a
partir de este cambio radical que los autores se preguntan sobre cuáles han
sido los cambios que han posibilitado y que han resultado de este proceso de revitalización
económica.
El
objetivo principal de los autores es “proveer una visión académica, aunque
accesible, de la regeneración urbana en Londres”, en el entendido de que la
capital británica es por su historia, su rol en la economía mundial (especialmente
en la economía financiera) y su morfología, un actor especialmente interesante
para el estudio de conceptos relacionados con la regeneración urbana, como gobernabilidad,
gobernanza, comunidad, globalización y sustentabilidad. Plantean que estos dos
últimos conceptos son especialmente relevantes para el debate académico sobre
la regeneración urbana de los últimos años, tanto en Londres como en el resto del
mundo. Así, el foco del libro está puesto en la discusión de proyectos de
regeneración urbana que promuevan la inclusión social, que a su vez remite a la
creación de lugares seguros, a la disminución de la polarización social y a la
construcción de espacios que respondan a las necesidades de una población étnica
y culturalmente diversa, como lo es la londinense.
El
libro está dividido en cuatro partes de tamaño similar. La primera aborda las
dimensiones del cambio urbano en la capital británica y está integrada a su vez
por cuatro textos: “Regeneración de Londres” (R. Imrie, L. Lees y M. Raco),
“Planificando Londres: una conversación con Peter Hall” (una entrevista de los
editores al famoso planificador urbano inglés), “Regenerando una ciudad global”
(T. Butler y C. Hamnett) y, finalmente, “Gobernando Londres: la evolución del
paisaje institucional y de la planificación” (M. Tewdwr-Jones).
La
segunda parte se refiere a los proyectos urbanos y a la idea de ciudad
sustentable. Compuesta de cuatro capítulos (“Entendiendo el cambio urbano”, por
M. Keith;“‘Un ejemplo de ciudad sostenible’: cambio urbano de tipo progresista
y el desarrollo de King’s Cross”, por R. Imrie; “Gobierno local y la política
de regeneración emblemática en Londres: el caso de Paddigton”, por M. Raco y S.
Henderson; y finalmente, “Los Juegos Olímpicos 2012 y la reconfiguración del este
de Londres”, por G. Poynter).
La
tercera parte tiene por título Sustentabilidad,
inclusión y mixtura
social. Secompone de cuatro textos, que van desde el resurgimiento de
los edificios de altura como modo de crecimiento urbano de tipo inclusivo y
sustentable (R. Baxter y L. Lees), hasta el análisis de proyectos y programas
de vivienda social desplegados para la regeneración de la capital británica (P.
Watt), los que son mediados por otros dos capítulos, uno que aborda la red de
canales alrededor del Támesis (M. Davidson) y otro dedicado al examen de los
planes para hacer de Londres una ciudad caminable ( J. Middleton).
La
parte final del libro aborda la idea de gobernabilidad a nivel de la comunidad
y el cambio urbano. En ella tienen cabida un artículo que examina los proyectos
de regeneración de South Bank (G. Baeten), uno que estudia el cambio étnico en
un mercado callejero del este de Londres (N. Dines), otro centrado en el
mejoramiento de un council estate (conjunto de viviendas sociales) en Hackney
(T. Manzi y K. Jacobs), y uno que estudia el comportamiento y las actitudes de
jóvenes en diez condominios sociales del sector de King´s Cross (N. Brown y L.
Lees).
El
libro parte sosteniendo una doble tesis: que los procesos de regeneración
urbana en la capital británica han sido escasamente abordados por la academia
(la que, en cambio, ha documentado profusamente la historia de la ciudad); y
que ellos han sido fruto fundamentalmente de intervenciones y acciones sobre el
medio construido, las que han dado origen a múltiples geografías humanas.
Se
sostiene que las políticas de regeneración urbana de los últimos treinta años
en Londres, definidas como “las políticas y estrategias que han sido diseñadas
para afrontar la declinación de la ciudad y la transformación social y
económica de Londres”, tienen tres aspectos comunes: han estado inmersas en políticas
de desarrollo regional del sureste de Inglaterra, están muy relacionadas con la
condición global de la ciudad y, por último, han sido exitosas en facilitar la
regeneración cultural y económica de las zonas en que han sido aplicadas, pero
esto no necesariamente se ha traducido en mayor igualdad entre sus habitantes,
sino más bien lo contrario.
Desde
el punto vista de su aporte al corpus teórico urbanístico, el libro tiene
varias virtudes. En primer lugar, engloba una serie de procesos de distinta
escala y naturaleza bajo un solo paraguas, el de regeneración urbana, y
construye un marco interpretativo único para entender la evolución exitosa de
una ciudad como Londres. Debido a que todos los textos tienen un cierto nivel
de rigor investigativo (definen una pregunta de investigación, metodología para
responderla y una hipótesis, y en general combinan metodologías cuantitativas y
cualitativas), esta perspectiva no solo sirve para entender diversos procesos
urbanos, sino también para evaluar las políticas que dieron origen a tales procesos.
Con
todo, el libro merece ser leído. Los textos en su conjunto muestran cómo una serie
de iniciativas urbanas fragmentadas y sin mayor conexión aparente entre sí, en
la práctica se influencian unas a otras (a veces complementándose; otras,
anulándose), lo que lleva a preguntarse hasta qué punto las áreas
metropolitanas requieren no solo de gobernanza, sino también de un gobierno.
Así,
el debate no parece reducirse a cómo garantizar el crecimiento económico con la
participación ciudadana y la equidad, tal como lo plantean los autores al final,
sino cómo articular un gobierno eficaz de la ciudad, capaz de articular
proyectos de distinto tipo y escala de forma concreta, eficiente y democrática.
Reseña
preparada por: Rodrigo Mora, investigador de la Universidad Diego Portales de Chile
lunes, 29 de abril de 2013
Inngobernando; Gobernabilidad y precisiones Conceptuales
Aunque en nuestro
blog, solo se han ido dejando pistas sueltas de nuestro direccionamiento futuro,
como espacio de pensamiento, reflexión e innovación, para acciones de cambio. En
esa idea, adelantamos que dentro de nuestro espectro de corto plazo, existe un proyecto
denominado Inngobernando, el cual se enfoca a constituirse en un teatro de
acciones innovación para mejorar los niveles de gerencia pública.
Relacionado con
Inngobernando, es necesario ir planteando elementos conceptuales sobre lo que
significa gobernabilidad en el arreglo institucional de Colombia. Para tal
efecto, queremos compartir esta reflexión que realiza el profesor Hernando Roa.
Teniendo en cuenta la
complejidad de la problemática de la gobernabilidad democrática contemporánea y
la incidencia que en su tratamiento tienen el manejo interdisciplinario de la
historia, la antropología, la economía, la política, el derecho, la sociología,
la administración, la administración pública, la geografía, la psicología, el
psicoanálisis, la lingüística y el trabajo social, nos ocuparemos de precisar
las siguientes conceptualizaciones: ciencia política, Estado, modernización del
Estado, partidos políticos modernos, liderazgo político democrático, sistema
político, gobernabilidad democrática, paz, cultura de la paz, psicología,
psicología social, y desarrollo sostenible. La experiencia académica me indica
la gran utilidad que, para el abordaje y compresión de la democracia
participativa y la problemática de la gobernabilidad democrática, tiene el
precisar y discutir el conjunto de las conceptualizaciones propuestas.
Ciencia política.
Es una disciplina social que se ocupa del estudio sistemático de: el Estado; de
la problemática de la legitimidad; de la estructura del poder; de la
composición de las clases y los estratos sociales; de la organización de los
partidos políticos y los movimientos sociales; de los procesos electorales; del
funcionamiento de los grupos de presión; del proceso de la toma de las
decisiones; de la gobernabilidad; de la paz y la solución de los conflictos; y
de la problemática del liderazgo, en espacios y tiempos determinados.
Estado. Es la
más importante institución política de la vida contemporánea. Según mi
percepción, es la institución jurídico-política, que, integrada por los poderes
ejecutivo, legislativo, judicial y electoral, es racionalizadora de los
intereses generales. Es la Institución de las instituciones; la Organización de
las organizaciones.
En cuanto a lo
jurídico, anotemos que el ordenamiento social, fundado en la justicia, susceptible
de coacción y ordenado al bien común, en que consiste el derecho, es
soporte sustantivo para la constitución y el desarrollo de un Estado
democrático.
Modernización del
Estado. La concibo como un proceso político, social, económico, cultural,
ambiental, administrativo, y científico-técnico dirigido a la actualización y
fortalecimiento del papel del Estado, mediante el replanteamiento de los
procesos de la regionalización, la descentralización, la planificación y la
democratización . Ocupémonos de estos procesos.
En torno a la
regionalización en Colombia, notemos que el desempleo y la pobreza exigen
la utilización eficiente de nuestros recursos entre los diferentes estamentos
sociales. Observemos que la problemática de la regionalización está íntimamente
vinculada con la ubicación espacial del “ordenamiento del orden social”
(Nourse, Hugh, 1969). Por ello, la regionalización de la planificación debería
servir para alcanzar los beneficios del desarrollo; fortalecer la democracia de
participación; generar empleo y facilitar el acceso de los más pobres a los
servicios de agua, electricidad, salud, educación y transporte.
Complementariamente,
el papel de las regiones, debidamente reglamentado, debería permitir el
desarrollo de las políticas de los recursos de inversión pública; integración y
fortalecimiento del sistema urbano-regional; desarrollo y crecimiento de las
economías regionales y coordinación de objetivos de planes nacionales,
regionales, departamentales y locales. De otro lado, no debe olvidarse que los
Consejos de Regionalización sirvieron -dentro de ciertos márgenes- para
incrementar la estabilidad política; reducir el centralismo e impulsar la
eficacia del sector público a nivel local.
Tomada en su
conjunto, la descentralización buscó la redistribución del poder en los
diferentes niveles territoriales de la Nación. Redistribución que ha sido
planteada en las dimensiones político, administrativa y fiscal.
En cuanto a la
fiscal, se esperaba alcanzar el fortalecimiento económico de los municipios a
partir de la adecuada consecución de sus propios recursos (Ley 14/83) y la
transferencia de rentas (Ley 12/86). Estas disposiciones fueron complementadas
con la Ley 60 de 1993 donde se definen competencias y recursos, actualmente considerada
como la Ley de la descentralización en Colombia. En virtud de esta Ley, la
Nación se desprende del 38% de sus recursos en 1994; del 39% en 1995 y del
41,5% en 1996, para ser transferidos a sus entidades descentralizadas
territorialmente. Tales recursos deben destinarse a la atención de la inversión
social en salud, educación, vivienda, agua potable y recreación. El criterio
que inspira esta disposición, es fortalecer el nivel local.
En la dimensión
político-administrativa, hemos realizado la elección popular de gobernadores y
alcaldes, quienes son las principales autoridades ejecutivas en las entidades
territoriales. Con estas medidas se ha buscado el equilibrio regional y, por
supuesto, un nuevo tipo de relaciones intergubernamentales que pueden designarse
como un ordenamiento de asociaciones. En virtud de este ordenamiento, el
municipio queda facultado para negociar y gerenciar las condiciones óptimas
para su desarrollo con los ciudadanos, los municipios, los departamentos, las
regiones de planificación o con el gobierno central. Según las nuevas
relaciones intergubernamentales, se habilita al gobierno central para asociarse
con el municipio, a través de los departamentos, en aspectos de cofinanciación,
asesoría, planificación o de apoyo.
Sinteticemos: En
cuanto a la regionalización se refiere, observemos que ella debe responder a
una reorganización espacial del territorio evitando la continuación de las
irracionales disparidades existentes entre nuestras regiones. Parece claro que
el proceso de descentralización (fiscal, político-administrativo y técnico) fue
concebido para redistribuir el poder (político y económico); buscar equilibrios
regionales y crear un nuevo tipo de relaciones entre el gobierno central, las
regiones, los departamentos y los municipios.
Complementariamente,
la planificación debe ser una herramienta indispensable para la
racionalización de la gestión e inversión públicas. Un estadista contemporáneo
la emplea con flexibilidad para realizar sus proyectos políticos. Y en
cuanto a la democratización, es un proceso complementario de los
anteriores que debe permear la actividad de los ciudadanos y facilitar la
existencia de una nueva cultura política. Con la elección popular de alcaldes y
gobernadores y la de las Juntas Administradoras Locales (J.a.l.), hemos logrado
avances que deben aclimatarse con más intervención de la sociedad civil en las
decisiones que afectan sus intereses.
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