miércoles, 20 de marzo de 2013

Soluciones vienen y van de gobierno en gobierno, y los problemas ahí


Nuestra idea de reflexión de hoy, gira en torno al tema del desempeño para solucionar nuestros problemas de país, en los distintos sectores del país. Con las protestas y paros  se han revivido discusiones y debates en la academia, en corrillos políticos y hasta cafeterías de barrios; de temas ya olvidados, como los subsidios para el agro, la protección de productos nacionales, la financiación territorial de proyectos, la tasa de cambio, calidad educativa, la disminución en la calidad de los servicios públicos, etc..
Lo curioso de la reflexión que proponemos es que parece que la solución o los tratamientos dados, nos retrotraen en el tiempo, o nos conducen a una recurrencia iterante. Sin duda estos elementos nos avocan a los recuerdo de 1990 con el Gobierno de Cesar Gaviria y su recordado kínder neoliberal, quienes argumentaban que el país tenía que modernizarse para enfrentar una era de globalización. Quienes éramos adolecentes en esa época, seguimos esperando con la misma expectativa ese país moderno, justo, productivo y competitivo
Nuestra lectura 20 años después, es que en el país seguimos buscando el desempeño en los sitios con menor esfuerzo y con menor grado de conocimiento de nuestra realidad, que por cierto es muy diversa. Metafóricamente hablando estamos tal cual, como se describe la parábola Sufí, donde buscamos pero parece que las llaves del desempeño no las encontramos.
Hoy vivimos problemas de desabastecimiento de agua potable como en los viejos tiempo del Insfopal; problemas de vivienda y pero vanagloriando programas “agresivos” como el de las 100000 viviendas gratis, al mejor estilo del instcredial; intentando re-centralizar la salud como al otrora gran seguro social; intentando descentralizar el país con iniciativas de oficinas de promoción en las regiones, como el esquema Corpes; Pequeños y medianos productores del campo, quebrados y solicitando ayudas del estado, dada la inflación tecnológica a la que no tienen accesos; Con monopolio de tierras y pretendiendo crear reservas campesinas, como las antiguas unidades agrícolas campesinas de producción; Reclamando vías para el transporte de la producción, y volviendo a pensar en esquemas como el de Fondos de Financiación territorial.
Muchos recuerdos del pasado y semejanzas con los días de hoy, se vienen a la memoria. Sin embargo, hoy, al igual que ayer, seguimos buscando las llaves del desempeño donde nos es fácil y conocido. El primer paso para buscar la solución a nuestro problemas, es mirar si conocemos o existe una solución disponible en el mundo de un caso similar; si no es así, buscamos a expertos consultores, que a lo largo de las décadas han sido de diferentes estirpes; para solucionar problemas recurrentes en la historia del país, que no hemos sido capaces de solucionar como nación. Esto nos demuestra,  que por tener más información no siempre logramos tener acciones diferentes, de allí que exista una cierta recurrencia a las mismas acciones de siempre.
A continuación solo a manera de ejemplo, haremos una pequeña aplicatoria de lo dicho anteriormente, comparándo lo expresado por ministros y expertos, a nuestros problemas de hoy día.
Para el tema de los subsidios al sector agrícola, el ministro del ramo y algunos expertos, salieron a buscar por el mundo soluciones de otros países a sus problemáticas, y nos dicen los siguiente:  Países como Chile, México, Nueva Zelanda e incluso Korea han logrado bajar el monto de dinero entregado y, en cambio, subir los ingresos de producción en más de una década. El informe de la Ocde presentado en 2012, compara el comportamiento de dos periodos de tiempo: 1995-97 y 2009-11. En ellos se ve una disminución sustancial de los subsidios para todo el conjunto de países, aunque hay algunos en los que caen más y cuyos montos son pequeños comparados con los de las grandes economías como la Unión Europea y Estados Unidos. Sin embargo, lo que sí se nota es la transmisión de las ayudas que todavía persisten. Esto quiere decir, que los montos destinados para intervenir el precio de los productos en el mercado se han trasladado a otros como el apoyo a los insumos y el incentivo de acuerdo a la producción.
En realidad, mientras al productor no se le ayude vía precio base de producción, no sería posible de otra manera, por cuanto la inversión en infraestructura y desarrollo tecnológico, es muy rezagada, lo que mantiene al productor lejos de óptimo de mercado. Ante ello surge la ministra de transporte y algunos expertos que nos dicen lo siguiente: la Solución a los retrasos en infraestructura se subsanan licitando proyectos en fase III y contando con una financiera territorial (distinta a fonade y findeter) que se convierta en un banco mixto de inversión, con régimen privado y personal técnico de alto nivel, que asesore a la ANI y a los departamentos y municipios en la estructuración de buenos proyectos y otorgue complementos crediticios para facilitar el financiamiento privado. La CAF ya indicó su voluntad de participar como socio, la misma que participo en la iniciativa siniestrada de los planes departamentales de agua.
Frente al problema de financiación y disponibilidad para inversión, sale el Ministro de Hacienda y el experto Echeverry, con que la solución está en volver al esquema de control de la tasa de cambio del Dólar, como lo hace Perú, ya que ellos con ese esquema crecen al 6.5%. Y agregan: El mantra del Emisor es que el Gobierno debe ahorrar más, hacer más infraestructura y promover más la competitividad. Las tres cosas son ciertas. Pero el déficit del Estado pasó de 3,6 por ciento del PIB al final del gobierno Uribe, cerca de 20 billones de pesos de faltante anual, a cero a fin del 2012. Pedirle al Gobierno que en dos años ahorre más que eso, equivale a no ver la viga en el ojo propio. Tendremos una economía con activos sobrevaluados, con burbujas inmobiliarias, etc. Finalmente dice el ministro: Eso se “PUEDE EVITAR SI ESTAMOS DISPUESTOS A APRENDER DE QUIENES LO HACEN MEJOR”.

martes, 19 de marzo de 2013

La política urbana de corto, mediano y largo plazo, es una necesidad inaplazable en Colombia


Hoy queremos compartir la siguiente reflexión: las ciudades intermedias en Colombia, vienen en un creciente y rampante crecimiento, en algunos casos desbordados demográficamente, espacialmente, y de subterranizaciòn de la economía. Sin embargo, no aparece esta situación como elemento de la agenda pública nacional y tampoco existe una política clara y con visión que demarque o direccione el desarrollo local. Se hizo el esfuerzo loable de de pensar en ciudades sostenibles (BID-DNP) y se trabaja en un Conpes de desarrollo local; pero no hay nada en concreto que ayude o genere lineamientos de salida a esta problemática creciente, en algunos corrillos políticos se cree falsamente que esto se darà con la emisión de los nuevos POT

Son varios los ejemplos, Yopal, Villavicencio, Valledupar, Pereira, Montería, Armenia, Cartagena, Cali, Bucaramanga, Barrancabermeja, Pasto, Popayán, Neiva. Cada uno de estos casos tiene un acento particular, pero un mismo patrón, crecimiento sin brújula y sin horizontes claros

Para amenizar esta reflexión de hoy, queremos compartir el análisis que realiza el profesor Carlos Bustamente, sobre la problemática de Cartagena. Con estos elementos cada uno sacará sus conclusiones:

Muchos son los aspectos en que Cartagena muestra o acentúa su rezago. Los particulares han realizado cuantiosas inversiones que en algunos aspectos han modernizado la ciudad. Esos esfuerzos siguen su curso hasta cuando encuentran el bloqueo por la inercia o la incuria de la autoridad pública.

Ya se sabe que en el inmediato futuro la carencia de agua potable será una limitante severa para la expansión urbana. Y cada día la movilidad se encuentra más restringida, sin que se avizore solución alguna. Y así los problemas se agigantan ante la mirada de una autoridad pública que en forma intermitente produce engañosos anuncios de proyectos que se quedan en estudios o en planes de desarrollo destinados a engrosar la biblioteca de la palabrería oficial inútil.

Del plan maestro de drenajes pluviales, de la central de carga, de la central de abastos, del traslado del mercado y de nuevas vías, para citar sólo unos ejemplos, se viene hablando desde hace muchos años sin que alcaldes en propiedad o interinos tomen en serio tales asuntos.

Los problemas siguen y la vida ciudadana se complica. Cada día la ciudad es más inhóspita para sus residentes. Lo que es suficiente para certificar que no existe ni ha existido diálogo entre alcaldes y ciudad, pues la esencia de éste consiste en que la autoridad esté atenta a las dificultades de la cotidianidad de los habitantes para anticipar soluciones. Diálogo con los gobernantes no es que éstos aparezcan a diario en forma hostigante en la prensa escrita haciendo promesas engañosas ni que fastidien a la audiencia copando tiempo en radio y televisión. Más valiera que el pudor llevara a nuestros alcaldes a un silencio penitencial mientras realizan obras correctas para el beneficio común.

La movilidad de Cartagena empeora día tras día. A los problemas surgidos de la escasez vial y del aumento de automóviles, buses y camiones, de carretas impulsadas por el hombre o arrastradas por animales, de la ocupación de vías por vendedores o de peatones que no encuentran otro sitio por donde caminar, ahora sumamos el bicitaxismo, negocio que crece a ciencia y paciencia de la autoridad.

Se argüirá que la falta de trabajo formal alternativo para los bicitaxistas justifica tolerar este inapropiado y riesgoso modo de transporte. Claro, ese mismo argumento ha servido para validar la ocupación del espacio público, protegió el mototaxismo y seguirá esgrimiéndose ante toda nueva forma de trabajo informal que aparezca. La seguridad de los ciudadanos importa menos, y las autoridades respiran cómodas porque piensan que ese argumento las redime de cumplir sus deberes de buenos administradores.

En orden a encontrar una solución, pensaríamos: prohibamos la circulación de vehículos particulares de transporte. Así dejaremos las calles despejadas para el servicio público de buses y taxis, mototaxis, carretas y bicitaxis. Pero aquí surge el escollo: la medida es imposible porque tampoco habrá autoridad que la haga cumplir.

En otras palabras, Cartagena carece de autoridad seria, y ha carecido de ella desde hace tiempo, y por ello no hay soluciones de disciplina ciudadana como tampoco de una administración que acometa proyectos que modifiquen la realidad.

Cualquier parecido con otra ciudad del país es pura coincidencia, alguna preguntas que surgen son las siguientes:

¿Cómo pretendemos ser competitivos, si la gran parte del territorio va directo al desgreño y desarrollo poco sostenible? ¿Cómo puede ser competitiva una ciudad sin orden urbanístico, sin buenos servicios públicos y con una movilidad caótica? ¿Cómo puede una ciudad generar ingresos propios para ser autónoma fiscalmente, si es caótica en movilidad, en urbanismo y no posee buenos servicios públicos? ¿Cómo pretendemos ser competitivos si nuestra sociedad es poco participativa y apática a construir entornos de gobernabilidad? ¿Cómo ser competitivos si se deje que los gobernantes locales cada cuatro años definan a su antojo el destino de la ciudad? ¿Cómo ser competitivos si nuestros gobernantes carecen de visiones estratégicas como la de ciudad región, para gobernar? ¿Cómo ser competitivos con alta dependencia a las economías de enclaves?

lunes, 18 de marzo de 2013

¿Buen Gobierno?


La nota que leerán a continuación  la escribió Gullermo Perry, en el diario el tiempo. Nos pareció prudente utilizar este espacio para reproducirla en su totalidad, dado que abre un espacio para el debate, que hace muchos años se planteo con el texto titulado: The Knowing-Doing Gap, cuyo autor Jeffrey Pfeffer. 
La columna del Dr. Perry, plantea que tal vez el Colombiano que mejor se ha preparado para ser presidente, es el Dr. Juan Manuel Santos, sin embargo su realidad como mandatario muestra muchas dificultades y no es precisamente por que sea una persona inexperta, la gran pregunta que surge es ¿por qué?.  según Pfeffer, una cosa es saber de algo y otra cosa hacer ese algo, es decir, existe una gran brecha entre saber y hacer. 
Guilermo Perry.................
Juan Manuel Santos dedicó muchos años de su vida a estudiar buenas prácticas de gobierno en los países desarrollados. Y las aplicó con relativo éxito en los tres ministerios que tuvo a su cargo. Pocos presidentes colombianos habían llegado tan preparados para el ejercicio de gobernar. Y, sin embargo, hay mucho descontento con su forma de hacerlo, lo que se manifiesta en los bajos niveles de aprobación de su gestión. ¿Cómo se entiende esta paradoja?
Una hipótesis es la de que la mejor forma de gobernar a Dinamarca no es la mejor forma de gobernar a Cundinamarca. Santos se ha rodeado de un excelente equipo, con contadas excepciones. Delega mucho en sus ministros y consejeros y les pide cuentas de vez en cuando. Reserva su tiempo para los temas que considera más importantes. Toma las cosas con calma y no se mata trabajando. Esta receta funciona muy bien en Suecia y Alemania y hasta en los EE.UU. Pero no parece funcionar tan bien para gobernar un país como el nuestro, caracterizado por instituciones muy débiles, que no se mueven y son incapaces de coordinarse entre sí, a no ser que el Presidente, que es todopoderoso en Colombia, esté permanentemente encima de ellas.
Uribe pecaba por exceso. Su excesiva microgerencia dejaba sobrando a los ministros. Solo se hacía lo que él quería, bueno o malo, y de cualquier forma. Pero Santos parece pecar por defecto. Se lo percibe muy lejano de los problemas cotidianos y se piensa que solo interviene cuando la inacción o las crisis han adquirido magnitudes intolerables.
Otra hipótesis es la de que el Presidente solo se la juega cuando ve que es fácil ganar. Como en el póquer, cuando ve que no tiene una buena mano, entrega rápidamente el juego. Si la presión viene dura, prefiere ceder, como lo hizo con los camioneros frente al desmonte de la tabla de fletes, con los congresistas y magistrados en la malograda reforma de la justicia, con los rectores de universidades públicas en el tema de la reforma universitaria y con los cafeteros durante el reciente paro. A los colombianos nos gusta que el Presidente se la juegue más por sus convicciones.
No se trata de que case peleas con medio mundo, como hacía y sigue haciendo Uribe. Pero tampoco que quiera tener a todos contentos todo el tiempo. Entre otras cosas, porque esa actitud se confunde con debilidad y conduce a que se incurra en toda clase de desafueros y abusos para conseguir concesiones. Esto es particularmente preocupante ante la actual situación económica. Ni el Gobierno ni el Banco de la República se la han jugado para mitigar la excesiva revaluación. Y si se percibe que quien no grita no mama, tendremos una colección de paros de otros productores agrícolas afectados por la revaluación en busca de generosos subsidios, siguiendo el ejemplo de los cafeteros.
Pienso que la mayoría de los colombianos nos sentimos más a gusto con el talante democrático de Santos que con las veleidades autoritarias de Uribe. Pero nos preocupan la lentitud de su Gobierno y la propensión a echarse para atrás ante cualquier presión. Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre.