lunes, 18 de febrero de 2013

La necesidad de un análisis institucional más estructural y proclive a gobernar bienes comunes


Mas allá del accidente de Drummond, han emergido problemas como: los Ciruelos, los retrasos en las obras de infraestructura, eficacia de los parques naturales (Santurbán), las denuncias de corrupción en la ANLA para el trámite de licencias, problemas de abastecimiento y calidad del agua en muchos centros poblados del país.

A nuestro juicio, se ha venido dando un sistemático y continuo despliegue publicitario sobre la crisis de la institucionalidad ambiental. Decimos que publicitario, porque en realidad de fondo no se ha dado ningún pronunciamiento oficial, lo que se ha vivido son posiciones mediáticas del ministro u otros funcionarios, así como decenas de columnistas y editoriales.

Lo que reconocemos al boom publicitario, es que ha sacado de las profundidades problemas existentes, dándonos la excusa para hablar de lo realmente importante. Y en este caso hay varios asuntos para discutir.
Lo que está en el fondo de esto, es que existe una crisis que demanda de un ajuste en el arreglo institucional del país, donde se fijen la reglas claras de cómo nos queremos desarrollarnos y còmo queremos conservar y proteger, lo que realmente consideremos los colombianos que vale la pena mantener.

De acuerdo con las declaraciones en varios medios, del Ministro del ramo, pareciese que el Gobierno ha centrado su análisis en el nivel que puede denominarse “nivel operativo”. Es decir se busca mejorar el arreglo institucional a través de: modificar las consultas previas (pero nadie sabe que se quiere modificar), modificar el proceso de licencias ambientales (públicamente sabe qué y cómo), modificar las CAR, desmontar la ANLA.

Hacer este análisis en el nivel operativo, no debe ser el centro de la acción, dada la complejidad de la situación se requiere integrar otros dos niveles más de análisis que son el de elección normativa o constitucional y el nivel de elección colectiva. La integración de otros niveles de análisis, son necesarios, por cuanto:

Primero, se supone que el nivel de análisis operativo tanto las reglas del juego como las restricciones físicas y tecnológicas, están dadas y no se modificarán durante un lapso de tiempo. Lo cual no es real, porque  en nuestro arreglo institucional ocurre todo lo contrario, para ejemplificar mírese lo siguiente: La legislación, pese a lo volátil, ha sido bastante clara: el Decreto 3083 de 2007 exigía que a partir de julio de 2010 todos los puertos marítimos del país debían aplicar el cargue directo, asunto que fue modificado, por el incumplimiento, hasta el 1° de enero de 2014, si se cumplían los requisitos de que habla la Ley 1450 de 2011. Lo anterior muestra como las reglas de juego han ido variando.

Segundo, este tipo de análisis parece pasar por debajo de la mesa, un cuello de botella estructural en la problemática, y es que las acciones colectivas son fácilmente influenciables por los individuos en su proceso de racionalidad y elección. Esto nos indica que los individuos extraen un recurso de un sistema natural, convirtiéndolos en productos transados en un mercado imperfecto, que no retorna el real valor de lo extraído. Aquí emerge el problema de la apropiación y provisión de bienes, que de alguna manera se intentan regular y es allí donde se requiere mirar los otros dos niveles de análisis. Por ejemplo en el caso Drummond, las reglas de juego no pudieron lograr que la racionalidad y elección de la empresa, los condujera a darle cumplimiento Decreto 3083 de 2007. En su racionalidad la empresa logró persuadir al estado para que el plazo de julio de 2010, fuese prorrogado a 2014. Al analizar esta situación en un sistema de racionalidad reglada, se evidencia una capacidad de persuadir por casi 7 años una regla fijada para superar barreras tecnológicas y reducir los riesgos. Esto muestra que no solo existen disfuncionalidad en la instrumentación, si no que  existe a nivel de políticas, de administración y de interpretación normativa.

Tercero. Al respecto nos preguntamos, cómo en un estado donde existe el libre mercado, el Gobierno en los procesos de grandes proyectos de infraestructura, indispensable para el desarrollo del país, los concesiona dejando en la libertad a la racionalidad del individuo, para que tramite licencias ambientales y gestione predios. En la lógica del mercado prima la racionalidad del menor esfuerzo al menor costo, con los más altos rendimientos (Eso no es un pecado ni un delito, negocio es negocio). Por eso hoy día el tramo 1 de la ruta del sol la doble calzada Cali-Buenaventura, están retrasados.

Cuarto al analizar la situación de manera operativa, el gobierno supone que la tecnología  y las reglas institucionales son conocidas y estables (lo cual no es cierto). Sin embargo la tecnología como las reglas están sujetas a cambios a lo largo del tiempo. Mírese ejemplo del Decreto 3083. O mírese todos los cambios que ha sufrido el proceso de licenciamiento, desde la ley 99, pasando por el decreto 1753 y terminado en el Decreto 2820.

Por lo tanto, el análisis y las acciones que se tomen en esta materia, deben provenir de un juicioso estudio del arreglo institucional (que involucre los tres niveles) y no sobre el análisis particular de decisiones operativas como un conjunto de reglas. Se requiere tomarse en serio el diseño institucional del ajuste del sector y es ahí donde el Estado cumple su papel.

Este planteamiento nuestro no es un capricho de ambientalistas (como lo plantean algunos columnistas como Felipe Zuleta, en su columna del domingo 16 de febrero), el mismo gremio minero por ejemplo a través de Claudia Jiménez, planteo en el diario el tiempo la semana anterior, que lo que falta en el sector minero es más institucionalidad. Mayor coordinación en el Gobierno, ya que, dice, los ministerios no hablan siempre en el mismo sentido. Faltan lineamientos más específicos, políticas más sólidas, en fin, más definición e implementación de una minería realmente responsable. ¿Se podrá?

Por más riqueza que le aporten a este país, el medio ambiente no se puede dejar a la buena voluntad de los privados. El Estado debe fortalecerse. El Gobierno no tiene por qué temerle a una multinacional a la hora de hacerla responder. Ni esperar a que exista un escándalo mediático para mostrarse fuerte. Ese no puede ser el sentido de las cosas.

Creemos que en este caso es muy útil el legado dejado por la profesora Elinor Orstrom, se requieren un diseño institucional más proclive a gobernar bienes comunes en un entorno de libre mercado

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