Sobre las políticas públicas se han tejido
dos especies de mitos. Del primer mito, a nuestro juicio en Colombia, se han
encargado los tecnocratas, restringiendo el espectro de la política pública como
un escenario exclusivo de académicos e intelectuales, restándole muchas veces
el componente de la realidad. El segundo
mito, es autoría de la sociedad en general, que espantada por los tecnicismos,
no participa ni interviene activamente en una política pública, y cuando lo
hace, se da por un sentimiento o demanda particular.
Este escenario no es conveniente para
gobernar bienes comunes, ni para solucionar los problemas estructurales que hoy
vive nuestro país. Es hora de empezar a introducir mejoras en los procesos,
donde se logre innovar en las formas y métodos. A continuación compartimos tres
razones por las cuales es necesario innovar en las políticas públicas:
Primero, una política pública no surge, ni
evoluciona de manera aislada. Forma parte de su tiempo histórico, de su entorno
institucional y de las redes sociales en las que se inscribe. En el país se ejecutan
políticas públicas, pensadas para otras latitudes y otro tipo de cuminidades, que
en su gran mayoría son políticas de insumos.
Segundo, una política pública no consiste
solamente en un conjunto de definiciones, normas, procedimientos y actores. Una
política pública es, sobre todo una afirmación de valores. Un ejemplo de ello podría
ser la implementación de la política de vivienda de interés social. Esta se
socializa como una acción estatal para mejorar la calidad de vida de
poblaciones vulnerables. Sin embargo, en algunas ejecuciones, se observan
proyectos de vivienda en zonas no integradas ni articuladas al entorno productivo,
generándose güetos y/o aumentos en los costos de vida por desplazamientos. Por
otro lado, la localización de los proyectos se ha realizado en sitios no aptos
para la actividad residencial, inmediaciones de aeropuertos, zonas innudables,
etc.
Más allá de evaluar o generar alguna crítica
(no tan rigurosa académicamente, si no apartide evidencias de campo), lo que
quiere significar que en estos casos particulares, ha primado la producción y
la entrega de un bien físico, sin estar en coherencia con los valores que
fundamentan la política.
Tercero, la implementación exitosa de una política
pública no consiste solamente en la repetición mecánica de un conjunto de procedimientos
establecidos, si no que supone también capacidad de adaptación y compromiso con
los valores previamente asumidos. Algunos análisis que se ha realizado sobre
las políticas públicas en Colombia (en especial las de procesos) han encontrado
que las ejecuciones están plagadas de: trampas de procedimientos,
discrecionalidad en funcionarios públicos ejecutores, cooptación por
micropoderes en la organización pública. Un ejemplo claro que combina los tres
elementos anteriores, es la política de atención integral al problema de
desnutrición.
Para mejorar e innovar se requiere, menos fundamentalismos
por parte de los formuladores, mayor participación de la sociedad; y lo más
importante pensar distinto (en la definición de la teorías de entrada y en el
diseño de los mapas de ruta) y con mayor cercanía a la realidad (lo que se
conoce como campo de batalla).
Para cambiar, solo hazlo!